Nuevo marco regulatorio energético en Puerto Rico

Recientemente Puerto Rico dio un paso firme no solo hacia la reconstrucción de su infraestructura, sino en dirección a un futuro con mejores condiciones socioeconómicas en general. La importancia del proyecto energético liderado por los senadores Larry Seilhamer y Eduardo Bhatia, posteriormente firmado por el gobernador Ricardo Rosselló es vital en varias dimensiones. Dejando el tema de la crisis ambiental para el final, la cual ya se ha documentado voluminosamente, vale la pena trastocar dos temas de interés para la isla que quizás hayan sido percibidos con menor notoriedad.  

El primer tema trata de lo que el reconocido teórico económico y social Jeremy Rifkin ha denominado en su penúltima publicación como la tercera revolución industrial, la cual consiste de un nuevo reto para crear un paradigma de sustentabilidad a largo plazo conocido como “The Third Industrial Revolution” (2011). En donde el poder lateral provisto por nuevos regímenes renovables transforman la industria de la energía como tal, al igual que las economías y el mundo, a medida que convergen con diversas tecnologías de comunicación y logística. Aunque numerosos futuristas hacen referencia a una cuarta revolución como resultado de la inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés) y robótica en la manufactura, Rifkin les considera parte de la tercera revolución industrial. Adicionalmente, identificó que la cuarta revolución consistiría de una transición de la computación digital hacia la quántica que aun esta por verse.  

En cualquier eventualidad, la tesis postulada por Rifkin se enfoca en el momento en que tres tecnologías emergentes convergen para crear lo que se conoce en ingeniería como una plataforma tecnológica de propósito general. Una infraestructura que fundamentalmente cambia la forma en que producimos, manejamos la energía y transicionamos actividades económicas a través de la cadena de valor. La evolución de diferentes fuentes de energía permiten producir, la de tecnologías de comunicaciones sirven para administrar y manejar, mientras que las modalidades de transporte se convierten en los mecanismos físicos que agilizan los eslabones de la economía cada vez con mayor sinergía.  

La primera revolución industrial contó con carbón, vapor e imprenta, y posteriormente el telégrafo, como fuentes de energía y comunicaciones respectivamente. La segunda revolución industrial con el petróleo, el motor de combustión interna y el teléfono. Esta segunda teniendo su momento pico en el año 2008 cuando el crudo llegó hasta los $147 el barril; no siendo casualidad que coincidió con la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión de los ‘30ta.  

Según Rifkin, la eficiencia agregada, la cual es la tasa entre el trabajo potencial y el trabajo útil actual en conversión, va de la mano con las leyes termodinámicas y lleva estancada varios años por debajo del 20% aproximadamente. Como ilustración, en el mundo natural cuando una leona caza y se alimenta de una zebra, la energía que obtiene no pasa de entre el 10% al 12% entre los niveles tróficos y el resto se pierde en la conversión. No importa cuanta actividad económica se genere, la eficiencia agregada seguirá estancada mientras perduren las tecnologías del pasado.  

La llamada tercera revolución se constituye de una red madura de Internet de más de 25 años, convergiendo con fuentes de energía renovable y un sistema digitalizado de posicionamiento global (GPS, siglas en ingles) para vehículos autónomos por aire, mar y tierra. Por tal razón, es indispensable contar con energía renovable y una red inteligente de próxima generación para insertarnos en el nuevo modelo productivo que actualmente anda en desarrollo en diferentes países industrializados.  

Estas tecnologías sobre una plataforma del Internet de las Cosas (IoT, siglas también en inglés) debería hacer posible aumentar la eficiencia en cada paso de la cadena de valor y sobrepasar la limitación actual en eficiencia agregada al siempre estar bajo la lupa de todo tipo de sensores y dispositivos analíticos que generan métricas para evaluar continuamente todo el sistema. Todas estas herramientas analíticas del IoT ayudarían a bajar el costo marginal de producción en cada uno de los eslabones de producción. Una vez que la inversión fija haya sido cubierta, el costo marginal naturalmente continuará bajando y acercándose a cero.  

Otros le han apodado como el “Internet de Energía” (IoE, siglas en inglés) a la nueva plataforma energética en donde los insumos y cargas energéticas figuran como paquetes de información que transitan sin interrupción en el ciberespacio. La energía es poder, y poco a poco la producción se está convirtiendo en un sistema distribuido inteligente. Por ejemplo, la construcción de edificios ha sido considerado como uno de los componentes más contaminantes de nuestra atmósfera por su intensidad industrial y los procesos de producción del concreto, pero ahora las edificaciones se están convirtiendo en micro plantas generadoras de energía. El segundo contaminante de mayor relevancia luego de la producción energética, no lo vamos a abordar aquí, pero incluye el ganado, la silvicultura y actividades agrícolas.

El cuarto componente siendo las actividades de transporte, en donde muchos de los servicios emergentes estan formando parte de la economía compartida (i.e. “shared economy”) como lo son Uber, AirBnB y otras soluciones que cubren hasta la ropa que nos ponemos. Todos estos servicios emergentes tienen el efecto de aumentar los niveles de utilización de los activos fijos, impactando favorablemente la eficiencia. Se ha calculado que la cantidad de vehículos pudiera reducirse un 80% por ciento para el 2030 si el transporte llegase a ser completamente compartido, complementándose con flotas vehiculares cada vez más eléctricas y menos dañinas al medioambiente.  

Alemania se considera el líder en la implementación de la infraestructura de la tercera revolución industrial y la República Popular China ha comprometido una inversión masiva en el desarrollo de la misma en su territorio. El nuevo marco regulatorio convertido en ley en Puerto Rico (i.e. P. del S. 1121; Ley Núm. #17 de 2019) provee el ambiente propicio para el desarrollo de este esquema, pero no garantiza su implementación lo cual redunda en el segundo tema antes del asunto ambiental.  

La clase política del país se ha crecido al demostrar que se puede colaborar cruzando líneas partidistas a pesar del ruido que se oye a menudo día tras día. Nos toca a todos velar porque este nuevo paradigma se desarrolle a plenitud para poder cosechar los frutos del sistema emergente y que dominará el mercado global. Razonamiento por el cual es necesario un cambio en nuestra consciencia colectiva para asegurarnos de no sólo lograr los beneficios económicos, sino también poder reducir circunstancialmente nuestra huella de carbón mientras creamos nuevos eslabones económicos ágiles y perdurables.  

Finalmente, dentro del tema ambiental, el proyecto contempla la eventual eliminación de la generación energética quemando carbón, entre otras fuentes fósiles. Siendo una gran contribución para la sobrevivencia de generaciones futuras que residan en la isla, simultánemente protegiendo nuestro patrimonio y eslabón turístico, y permitiendo que los que residimos aquí podamos disfrutar de una mejor calidad de vida, con agua y aire limpio hoy.